SECTARISMO Y PODER: ¿Nuestra Realidad?

En los últimos días los colombianos nos hemos visto bombardeados por noticias políticas que nos recuerdan épocas aciagas de la historia del siglo XX, de repente, lo que parecía superado por el Frente Nacional en 1957, retornó en Colombia

En el siglo XXI, al parecer, la codicia de poder vuelve, y diferentes actores, entre ellos los medios de comunicación, las redes sociales y muchos personajes de la vida política están dispuestos a incendiar el país.

Como resultado surgen campañas para revivir rencores que se creían superados, ya no de los enfrentamientos entre el Rojo difuso y azul pálido, ahora es entre el Uribismo y el Petrismo, y a ninguno de los actores les interesa que daño le hacen al país, solo buscan saciar sus ansias de poder.

El sectarismo político es un fenómeno que muchos pensábamos que ya estaba exterminado de nuestra sociedad, porque fue el causante de conflictos en el siglo anterior y durante la primera década este siglo, pero desafortunadamente estamos inmersos de nuevo en este caldo nauseabundo donde nada la podredumbre política del país.

Cuando en los 90 los estudiantes de varias universidades promovimos la séptima papeleta, que dio origen a la Constitución del 91 pensamos que el país tendría un cambio, y claro esto habría sido posible porque se doto a la sociedad de herramientas de participación y mecanismos de defensa, pero no, el sectarismo bipartidista en lugar de quedar sepultado en el pasado, se enquisto en la sociedad.

Hoy en Colombia en todos sus niveles hay casos aberrantes de sectarismo político, por alguna razón no hay un verdadero sentido de la democracia ni de la tolerancia, lo que existe son apenas teorías porque en la práctica sucede otra cosa completamente diferente, los sectores polarizantes cambiaron de nombre, pero sus consecuencias son las mismas, un país dividido, pobre y sin posibilidad de desarrollo.

Aunque el sectarismo por sí solo no hace tanto daño como cuando se relaciona a otro elemento el poder. Cuando esto acontece entonces hay diferentes tipos de manifestaciones: obstaculizar la gestión de los gobiernos, persecución a empleados y excesivo apetito burocrático, ataques a líderes y hasta asesinatos físicos y morales para mencionar algunas.

En la región, hablando de lo que nos rodea, esto es el pan de cada día. Cada político o grupo que llega al poder o el que no lo logra, simplemente inicia una ingente labor de buscar como desacreditar al contendor, no hacen caso del adagio popular “A burro negro no le busques pelo blanco”, ellos le encuentran el pelo blanco y si no se lo encuentran se lo pintan, pero el fin ultimo es desacreditar al “enemigo”.

Hoy por hoy asistimos a este escenario, hace una semana Claudia López era ungida como candidata de los verdes a la alcaldía de Bogota, a las 24 horas en una decisión más política que en derecho el Consejo de Estado anula la elección de Antanas Mockus, ¿para qué hacer esto?, pasadas 48 horas entonces aparece un documento filtrado supuestamente por WikiLeaks que los polarizadores tomaron para enfilar sus ataques contra Sergio Fajardo, pero la pregunta es ¿Qué tienen en común estos tres líderes?

La respuesta es clara, lo que tienen en común es que ninguno en realidad se ha matriculado con los dos sectores en contienda, y eso le molesta a mucha gente, les molesta la tenacidad y capacidad de Claudia López, la tolerancia de Antanas Mockus y el compromiso con las nuevas ciudadanías de Sergio Fajardo, eso les molesta y la idea es “acabarlos” por eso los ataques son sistémicos, y para ello utilizan las redes sociales y la gran prensa.

El sectarismo se ha tomado nuestro mundo político, y se ve acrecentado este fenómeno gracias al analfabetismo que posee el pueblo colombiano frente a la democracia y frente al accionar político, lo anterior causado por la politiquería y la corrupción, de manera que cuando aparece un sector que se aleje de esa realidad es declarado de manera definitiva enemigo.

Así las cosas los anti-uribistas con “mamertos”, los anti-petristas son “paracos” y los que no se matriculan en ninguno de los dos son “tibios”, pero la cruda realidad es que estamos como en los años 40 del siglo pasado, la diferencia solo radica en que ahora no nos dividimos entre rojos y azules, sino entre dos mesías, el problemas con los mesías es que si dejan la vida política sus proyectos políticos desaparecen porque no tienen estructura, ideología y lo mas importante un verdadero norte.

Es hora de dejar de lado el SECTARISMO, y empezar a pensar en Colombia y en nuestros territorios, somos capaces de unirnos y derrotar el bipartidismo sin importar el color, las nuevas ciudadanías tienen el poder, es hora de actuar, vamos a dar una lección votando masivamente en las próximas elecciones y preparándonos para elegir al mejor en 2022.